Los frutos secos se han incorporado a la dieta alimenticia de cualquier persona que realiza esfuerzos intelectuales o físicos que requieren un alto rendimiento y una actividad intensa.
Los frutos secos como las almendras, nueces, anacardos, avellanas, cacahuetes, pacanas, piñones, pistachos pueden ayudar a reducir el riesgo de padecer enfermedades crónicas, tales como enfermedades del corazón, diabetes y algunoas formas de cáncer. Además, aparte de su gran sabor, los frutos secos no tienen colesterol y están repletos de importantes nutrientes, tales como proteínas, fibra y fotoquímicos. También son una gran fuente de vitaminas, como ácido fólico, niaciona y vitaminas E y B6, y minerales como magnesio, cobre, cinc, selenio, fósforo y potasio.
La mayoría de las grasas en los frutos secos son insaturadas o grasas “buenas” (i.e. mono y polisaturadas). La clave para introducir los frutos secos en la dieta sin añadir grasas extras ni calorías es el control de las porciones. Tan solo con un puñado –o una onza- de frutos secos al día proporciona beneficios nutricionales.